martes, 23 de diciembre de 2008

Sentirse contento


Grace Berrios
Octubre sabía, por supuesto, que el acto de pasar página, de acabar un capítulo o de cerrar un libro no acababa con el relato.
Una vez acepto ésta verdad, también tuvo que reconocer que los finales felices no eran difíciles de encontrar. "Es una simple cuestión", le explicó a April, "de encontrar un lugar soleado en un jardín donde sentarse bajo una luz espléndida y sobre una hierba mullida; un lugar donde descansar, dejar de leer y sentirse contento".

El Hombre que era Octubre de G.K. Chesterton.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Tarde


Michael Sokolis
Mi cuerpo está formado por todas las masacres
Desde mi cabeza parten barcos

En los que viaja el germen

de todas las revoluciones

Y

Si te fijas bien

Arden en mis ojos un centenar de banderas

Ahora sólo soy la televisión y su crisis
Pero

En aquellos tiempos
también podía cantar esa canción tuya

-la de todas las palabras que conoces
sin echar mucho de menos
el mendrugo de oscuridad que me sostenía

Ahora es tarde

la película está a punto de terminar

cierro los ojos y ésta vez sí
desapareces


La Historia Universal según Papá de Eduardo Camino Carrillo.

sábado, 20 de diciembre de 2008

Es posible


Andy Jones
Los cuentos de hadas superan la realidad no porque nos digan que los dragones existen, sino porque nos dicen que pueden ser vencidos.

G.K. Chesterton

sábado, 13 de diciembre de 2008

Sobrevivir


Fred Einaudi
Se preguntan cómo sobrevivimos; sería más justo indagar por qué.

Las Costuras del Guante de Blanca Álvarez.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Semanas


Elene Usdin
Cuántos lunes y martes
en el polvo, detrás, por los caminos.
Serían diferentes entre sí, pero todos
parecían el mismo.

Busco las sillas, las ventanas, los lechos
de la fiebre o el llanto, del diente dolorido,
a esos lunes o martes, y ya todos
están fuera de sitio.

Forman montón de cosas, horas,
piedras, palabras, lápices, destinos,
pero fueron cruzando la puerta de hacia adentro
con mucho frío.

A veces los despierta una canción
antigua, una esquina, un amigo,
y me hace gracia de que todos entonces
me parezcan domingos.

Semanas de Julia Uceda.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Árboles


Jerome Foster
Pues somos como troncos de árbol en la nieve. Aparentemente yacen en un suelo resbaladizo, así que se podrían desplazar con un sólo empujón. Pero no, no se puede, pues se hallan fuertemente afianzados en el suelo. Aunque fíjate, incluso eso es aparente.

Los Árboles de Frank Kafka.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Silencio


Anita Kreituse
Hay un vacío en el que no se oyen las zapatillas.
Y otro más profundo: el que disuelve nuestras manos.
Y nuestro cuerpo. Y sólo flotan unos ojos
que no lo parecen. Aunque daría lo mismo
porque ya no pensamos con palabras
que todo lo confunden.
Además
¿para qué edificar un templo de un grito?
Un grito que no suena en la expansión de las constelaciones.
Un grito que no oye el pastor de planetas.
Un grito que se llena, como un cubo, de huecos.
Un templo que visitan arenas y huracanes.
La boca ha gritado,
¿de qué huerto ha venido? ¿En qué lejana flor
se hará otra vez silencio,
historia no aprendida
y vida sin pregunta?
¿En qué agua de otro tiempo
se pulió la mandíbula y su origen?
¿En qué apagado sol
se removió su cero antes del cero?
Gritar: tan sólo un accidente, una arruga en el aire.
Y un destrozo,
un harapo de algo; un desgarrón superfluo
desde el violento, desde el distraído
que empuja, pisa y habla alto. No grita.
Alto, sólo, habla.
Se oye su voz pavorreal.
Y el grito se desenrosca desde su sima profunda:
un poquito de aire que, primero,
tropieza con la esquina del pulmón,
garganta arriba. Luego ulula, asalta
la pared que contiene su infinitud,
su triste desmesura,
arañando su cárcel, resuelto en templo,
ecos en frío crisopacio que se aleja,
en el tiempo, de la boca: su nido.
Y nada alrededor. La boca mueve
sus alas sin sonido, sin sentido,
entre el agua y el huerto,
entre hueso temprano y légamo futuro,
entre el cero y el cero.
Entre el cero y su carga.


El Silencio de Julia Uceda.