
Grace Berrios
Octubre sabía, por supuesto, que el acto de pasar página, de acabar un capítulo o de cerrar un libro no acababa con el relato.
Una vez acepto ésta verdad, también tuvo que reconocer que los finales felices no eran difíciles de encontrar. "Es una simple cuestión", le explicó a April, "de encontrar un lugar soleado en un jardín donde sentarse bajo una luz espléndida y sobre una hierba mullida; un lugar donde descansar, dejar de leer y sentirse contento".
Una vez acepto ésta verdad, también tuvo que reconocer que los finales felices no eran difíciles de encontrar. "Es una simple cuestión", le explicó a April, "de encontrar un lugar soleado en un jardín donde sentarse bajo una luz espléndida y sobre una hierba mullida; un lugar donde descansar, dejar de leer y sentirse contento".
El Hombre que era Octubre de G.K. Chesterton.