domingo, 19 de octubre de 2008

Animales heridos


Me sentí débil y traicionada, como la piel mudada por un terrible animal. Era un alivio estar libre del animal, pero parecía haberse llevado con él mi espíritu, y todo aquello sobre lo cual había podido poner sus garras.

La Campana de Cristal de Sylvia Plath.

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