domingo, 19 de octubre de 2008

Todas esas horas


-Hablemos, pues, con franqueza. Estás sola, querida niña. Tus amigos están fuera de tu alcance. Ya no hay nadie con quien puedas compartir tu tiempo. Todo eso lo planeamos nosotros. Ya ves lo poderosos que somos. No vale la pena resistirse a nosotros. Todas esas horas solitarias, ¿qué son, ahora, para ti? Una maldición que te aplasta, un peso que te asfixia, un mar que te ahoga, una tortura que te quema. Estás marginada de todos los demás hombres.
Momo escuchaba y seguía callando.
-Llegará un momento-continuó la voz-, en que no lo soportarás, acaso mañana, dentro de una semana, dentro de un año. A nosotros nos da igual, nos limitamos a esperar. Porque sabemos que tarde o temprano vendrás, arrastrándote, y dirás: “Estoy dispuesta a todo, pero libradme de esta carga”. ¿O ya has llegado a este punto?

Momo de Michael Ende.

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