Una vez escribí sobre la geometría inútil del jazminero: los cinco pétalos de sus flores. Las hojas, que nacen de siete en siete. Hoy lo miro sorprendida porque ha sobrevivido a una mudanza y a dos inviernos crueles en los que fueron muriendo, una a una, todas las plantas, hasta los geranios. De todas sus ramas, desgarbadas y semidesnudas, junto a las hojas quemadas por el frío, penden racimos de capullos rosados. Lo miro sorprendida y me digo que no hay por qué tener miedo.
Berna Wang.
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